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PARASHAT HASHAVÚA: VAIETZE

La sana envidia


La parashá de esta semana cuenta acerca del nacimiento de los hijos de Iaakov, con excepción de su último hijo Biniamín, cuyo nacimiento será tardío. Los hijos que Iaakov tuvo con sus dos esposas y dos concubinas, son los padres de las doce tribus de Israel, y de ahí la trascendencia del relato, sobre todo en cuanto al nombre que cada uno recibe.
Iaakov amaba más a su esposa Rajel que a su esposa Leá, lo que provocaba ciertos celos entre las dos hermanas. Esta incomodidad se incrementa en Rajel, al ver que mientras su hermana procreaba hijos a un ritmo notable, ella permanecía estéril. La situación parece explotar cuando Leá tiene a su cuarto hijo y Rajel se sume en una mezcla de cólera y angustia. Nos cuenta la Torá que, en ese instante, "Vio Rajel que no paría hijos a Iaakov, y tuvo celos Rajel de su hermana…" (Génesis 30:1).
Sobre los celos que Rajel siente por su hermana, un midrash comenta: Dijo Rabí Itzjak: "Está escrito "No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor a Adonai todo el tiempo" (Proverbios 23:17), ¿y tú dices "tuvo celos Rajel de su hermana"? En realidad, esto enseña que le envidió sus buenas acciones. Ella dijo: si no fuera porque es justa, no hubiera parido." (Bereshit Rabá 71:6)
Según este midrash, no debemos entender que Rajel sentía celos de su hermana porque Leá había podido tener hijos y ella no, sino que en realidad sentía celos porque Leá erá una mujer justa y de buenas acciones, y por ese mérito había podido engendrar hijos. En esta misma dirección, explica el comentarista Gur Arié sobre el texto de Rashi, en el que se refiere a este midrash, que "D-s guarde de pensar que la justa de Rajel era envidiosa, ya que sabemos que la envidia hace perder el rumbo del hombre".
Me parece muy interesante que el autor del midrash suponga que, mientras la envidia de una posesión o una posición es una cualidad negativa, envidiar las buenas acciones de otra persona no es un pensamiento condenable. De igual forma, según Gur Arié, mientras que la envidia vulgar pone en peligro la vida del hombre en este mundo, tener la ambición de ser justo como otra persona es una actitud elogiable.
Nadie debería envidiar al otro por el cargo que ocupa, por el salario que gana, por el carro que ostenta. Ese es un sentimiento negativo, que lo único que nos produce es odio y rencor y termina causándonos un daño a nosotros mismos. Pero puedo entender que el midrash nos recomienda "envidiar" a las personas justas, querer ser como las personas nobles y de buen corazón, desear imitar a aquellos que llevan en alto el estandarte de la verdad, la humildad y la justicia.
Siguiendo esta idea es que deberíamos juzgar los roles de los líderes judíos en la actualidad. Las personas que son rabinos, cantores, maestros, madrijim, etc., deben convertirse en un modelo a imitar para sus seguidores, alumnos y discípulos. Quien quiera convertirse en un maestro en el pueblo de Israel, debe saber que su vida será un ejemplo a seguir para cientos de personas; que si se conduce con grandeza y respeto, posiblemente despierte en el corazón de sus alumnos el deseo de seguir su ejemplo, lo cual va mucho más allá de aprender sus lecciones.
Recuerdo una frase de mis estudios rabínicos que me quedó grabada para siempre. En una clase de "Práctica Rabínica", se discutía sobre las vestimentas que un rabino debiera vestir en su tiempo libre. Comenzó entonces un intercambio de opiniones muy interesante sobre un tema aparentemente trivial. Uno de los argumentos que se utilizó en ese momento es que el rabino debe ser como todas las demás personas en la comunidad y, por lo tanto, debe vestir igual que ellas. En ese momento el profesor, Rabino Mario Rojzman, dijo la frase que me impactó: "Yo conozco muchos rabinos que se quieren parecer a la gente de su comunidad, pero ¿sabés qué? Yo preferiría que mi gente intente parecerse a mí".
Un líder judío debe saber despertar en sus seguidores una "sana envidia", una avidez por ser mejores personas, más humildes, más dedicadas a la Torá y a las buenas acciones. Su ejemplo debe constituirse en fuente de inspiración para sus discípulos. Así como Rajel envidió cuán justa era su hermana Leá, quien tenga a su cargo una responsabilidad educativa y/o espiritual en el pueblo de Israel, debiera sentirse sumamente feliz si un alumno o discípulo suyo, refiriéndose a él, dijera "yo quiero ser así".


Shabat shalom,
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B-nei Israel, Costa Rica

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