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PARASHAT HASHAVÚA: VAERÁ

PARASHAT VAERA O EL PESO DEL CORAZÓN


De déspotas, asesinos, hombres (?) que, a través de la historia universal, detentaron el poder, y con ese poder hundieron a su pueblo y a otros, el mundo está lleno. Hasta hoy los seguimos viendo con nuestros propios ojos, déspotas mesiánicos que se suponen enviados divinos que vienen a salvar al mundo. “Esta película ya la vi”, diría cualquiera de nosotros, pero lamentablemente, a muchas personas les gusta ver las películas más de una vez.

En la literatura rabínica, Paró es visto como el máximo exponente de lo malvado, del “rasha”, y Egipto, “Mitzraim” (Tzar, en hebreo, algo angosto, que ahoga y aprieta), como el mejor ejemplo de aquellos pueblos que oprimen a otros pueblos, hasta terminar con ellos.

De manera que en escena tenemos a Moshé, a su hermano Aarón, a Paró y a sus brujos y hechiceros, transformando el agua del Nilo en sangre, y los bastones en serpientes. El texto de la Torá en la parashá que nos ocupa, Vaera, se encargará de repetir, cerca de veinte veces, las expresiones “kabed leb Paró” y “vaiejezak leb Paró”, que podemos traducir, respectivamente, como “obstinado es, el corazón de Paró” y “se endureció el corazón de Paró…” y no dejó salir al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto.

Resulta sumamente interesante que, en la concepción bíblica, se consideraba que las facultades psicológicas se concentraban en el corazón. El comportamiento humano se determinaba en el corazón de las personas, que a su vez era el asiento de la vida intelectual, moral y espiritual del individuo.

Esta imagen de la Torá, de una persona que “endurece su corazón”, nos expresa un estado arrogante de degeneración moral, insensibilidad para decidir e incapacidad para sentir compasión por el otro.

Paró es culpable, y de eso no cabe ninguna duda, y como todos sabemos muy bien, cada uno es artífice de su propio destino.
A los sabios judíos del Midrash Rabá les llama la atención la palabrakabed, que si bien la traducimos como “obstinado es, el corazón de Paró”, el termino kabed también se refiere al “hígado”. El hígado está repleto de sangre y se caracteriza porque toda la sangre del cuerpo pasa por él. En momentos de ira, el hígado bulle de sangre y se hincha, se infla y los conductos del hígado se cierran; por eso es “kabed”, es pesado, se transforma en el órgano más pesado, otra de las acepciones para la palabra hebrea kabed.

Sin embargo, el texto de la Torá nos plantea que el corazón de Paró se endureció, se volvió pesado, y el Midrash Rabá responde: ma ha kabed koes, af libo shel ze naasa kabed, si el hígado está lleno de ira, también estará lleno de ira y de sangre el corazón, por eso también el corazón se volverá pesado e hinchado de odio y cólera.

Dos imágenes, el corazón y el hígado, para crear en el texto esta idea del déspota, del rasha, del malvado, opresor, injusto e insensible, y si bien en la antigüedad sostenían que las facultades psicológicas se concentraban en el corazón, de alguna manera hoy, para nosotros, el corazón continúa teniendo características particulares, respecto a personas de buen corazón y personas de mal corazón.

Sin necesidad de nombrarlos, sabemos bien quiénes son hoy los “Paró” del momento, y a quiénes sus hígados hinchados y llenos de sangre cada vez les pesan más. Que su propia ira los consuma, y que las olas del mar, así como a Paró y su ejército, se cierren sobre ellos.


Shabat shalom,
Por el Rabino Pablo Berman, 
Comunidad Israelita de El Salvado

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