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HAFTARAT SHMOT

Yaakov tenía dos nombres: "Yaakov" e "Israel". El pueblo judío es llamado por ambos nombres.

El nombre "Yaakov" define la experiencia del pueblo judío en las épocas de degradación y dificultades. Israel, por su parte, connota el pueblo judío que alcanza todo su potencial.

El profeta Yeshaiahu vivió en una época de declive espiritual. La Haftará comienza con la profecía de que la raíz de Yaakov, como todas las raíces, a pesar de ser pisada y no ser vista por las personas, nuevamente producirá fecundos frutos.

"¿A quién se le van a enseñar conocimientos? ¿A los desmamados de la leche (materna), quitados del pecho? (28:10)

Desde la época de la Revolución Industrial, hemos sido testigos de un acelerado desarrollo de la ciencia y la teconología.

Tal como predijo el Zohar, a partir del año 5600 se abrieron las puertas de la sabiduría. Si el pueblo judío hubiera tenido méritos, ese tremendo volumen de conocimientos habría hallado su adecuada canalización en la sabiduría de la Torá y la santidad.

Ahora, como no tuvimos méritos, esa difusión de energía superior halló su camino hacia el reino de la sabiduría superficial y precipitó la invención de armas de destrucción en masa.

Desde el día en que fue destruido el Beit ha Mikdash, "la profecía les fue dada a los tontos y a los infantes". Lo cual significa que cuando los judíos habitaban en la Tierra Santa, la energía celestial, tanto espiritual como material, aterrizaba en su sitio apropiado.

Sin embargo, desde la destrucción del Beit ha Mikdash, ese brillo espiritual se ha ido descarriando, para aterrizar en tierras desoladas y personas inadecuadas: "tontos e infantes".

Eso es lo que quiere decir el profeta cuando pregunta si "se les puede hacer entender un mensaje" a "los desmamados de la leche (materna)".
Adaptado de Ahavat Yonatan y Rabí S.B. de Pschiske.

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