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HAFTARA BEHAALOTJA: ZEJARIA 2:14 – 4:10

En la época en la cual le toca vivir a Zejariáh ya se habían disipado los primeros sueños y esperanzas de los judíos que habían retornado de Babel para reconstruir la ciudad de Ierushalaim y el Bet-Hamikdash de este segundo Estado judío.
Las dificultades eran evidentes; entre otras, sequía y, por consiguiente pobreza, y además enemigos que perturbaban por todos los medios posibles el desarrollo de la vida normal del pueblo judío, concentrado en su tierra. La desesperanza empieza a surgir, hay apatía, hay frustraciones. Además, el profeta deberá armonizar las relaciones entre Zerubabel, gobernador de Iehudáh, descendiente de la realeza, y Iehoshuah, Sumo Sacerdote y conductor espiritual.
Por último, una de sus tareas será la de alentar al pueblo, para quien él deberá tener "devarim tovim, devarim nihumim" palabras buenas, palabras reconfortantes" en nombre de D's y palabras como "al tiráu, tehezáknah iedejem" no temáis, fortalézcanse vuestras manos (Zejaríah 8:13).
Finalmente a Zejariáh pertenecen las profecías de paz y quietud expresadas en estas palabras:

"Así ha dicho Adonai Tsevaot: todavía se asentarán ancianos y ancianas en las plazas de Ierushalaim
y cada hombre con su bastón en su mano, debido a su anciana edad".

La menoráh, que en la visión de Zejariáh quiere significar: "No es con la fuerza, ni es con el poder, sino con Mi Espíritu, ha dicho Adonai Tzevaot" (Zejariáh 4:6, es una constante en la larga historia del pueblo de Israel.

Libro de Números y Haftarot en versión castellana.
Traducción, supervisión, selección exegética,
notas y comentarios del Rabino Marcos Edery.

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