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PARASHAT HASHAVÚA: TZAV


El tercer libro de la Torá es, posiblemente, uno de los libros que más interrogantes plantea para el hombre moderno. Incluso Séfer Bereshit, con los relatos de la Creación del Mundo y el Diluvio en tiempos de Nóaj, nos parece más sencillo, y aun cuando puede despertar dudas y preguntas sobre la veracidad de las historias y sobre el concepto mismo de “la verdad,” solemos sentirnos más cómodos con dichas narrativas. En contraposición, Séfer Vaikrá (y en especial las primeras parashiot del libro) despliega cientos de detalles y descripciones de diversas ofrendas y sacrificios que el Pueblo debía traer al Tabernáculo, marcándonos la brecha existente entre el texto tradicional y consagrado y el lector moderno y desconcertado.

Es indudable, por lo tanto, que el tercero de los libros de la Torá pone de manifiesto el hecho de que no siempre el hombre moderno y el texto bíblico hablan el mismo lenguaje. Cuando esto sucede, la solución a la que solemos recurrir es la de la traducción educativa de los textos, intentando revestir conceptos tradicionales con nuevos ropajes y aproximaciones.
Sin embargo, esta tarea de traducción conceptual nos presenta algunos problemas, ya que más de una vez, dicho emprendimiento se transforma en un ejercicio netamente cognitivo o intelectual. Es decir, conceptos que en el texto bíblico apelan a una respuesta práctica, al “traducirlos” pierden dicha condición en pos de resaltar aspectos racionales y/o informativos. Consecuentemente, por ejemplo, lecturas modernas del Korbán (ofrenda) suelen hacer hincapié en la esencia del acercamiento entre el hombre y Di-s (recordemos que Korbán proviene de la raíz hebrea que indica “cercanía”), pero no trabajan sobre los caminos por los cuales dicho acercamiento se hace posible. Estas aproximaciones intentan ofrecer al lector moderno la posibilidad de inspirarse en ideas elevadas, o bien, de recabar algunos datos de cómo era el proceso por el cual los sacrificios eran ofrecidos, dejando por lo general a un costado las derivaciones prácticas de tales traducciones conceptuales.

Luego de todo lo dicho hasta aquí, no creo que quepan dudas de que mi intención en estas líneas no es la de brindar información o traducir en un nivel cognitivo los conceptos bíblicos de esta ParasháMi objetivo es el de elevar la pregunta que nos interpela respecto del despliegue en la acción del lenguaje de la Torá. Pero a no confundirnos: interrogarnos sobre la praxis en Parashat Tzav no significa plantear la necesidad de renovar la ofrenda de los sacrificios. Nada más lejos de nuestro propósito. El desafío es ir más allá de las traducciones conceptuales que se encuentran disociadas de la praxis cotidiana, sin por eso caer en las peligrosas derivaciones que pueden surgir a partir de lecturas lineales y literales de la Torá.

El reconocernos desconcertados frente al lenguaje que nos habla la Torá no solo es producto del sistema de sacrificios descrito allí sino también (y principalmente) del hecho de que el texto bíblico apela principalmente a las acciones. En este sentido podemos afirmar que si la Tradición de Israel propone una teología definida, esta es sin duda unaTeología de la Acción.

Mientras decidamos optar por traducciones conceptuales o por compilaciones de datos o información que en nada se relacionan con la forma en que vivimos, seguiremos sin hablar el mismo lenguaje de la Torá. La reflexión, en la Tradición de Israel, es siempre un acto que secunda a la acción. Sin una acción que la respalde, la reflexión se torna falta de todo sentido. Y la reflexión sobre la inacción puede transformarse en una trampa que nos imposibilite todo abordaje práctico en nuestra vida cotidiana. Son aquellas acciones instituyentes las que en su devenir se vuelven Korbán y nos acercan a lo divino que se esconde en lo humano.

El acercamiento, según se nos cuenta tanto en Parashat Vaikrá como en Parashat Tzav, es producto de la respuesta práctica del hombre al llamado divino. Di-s comienza Séfer Vaikrá llamando a Moshé. El Korbánse erige entonces como la acción que sucede al llamado divino. Pero el llamado divino solo puede ser escuchado por aquellos que están dispuestos a desplegar en su práctica cotidiana (y cada uno en la medida de sus posibilidades) el lenguaje divino, que se traduce en aquellas acciones que nos ayudan a hacer del espacio que habitamos una morada para el reencuentro significativo con nuestros semejantes, con el mundo y con Di-s.
 
Shabat shalom,
Por el Rabino Joshua Kullock,
Comunidad Hebrea de Guadalajara, México

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