Buscar este blog

PARASHÁ HASHAVÚA: NOAJ

Por el Rabino Mario G. Gurevich,
Comunidad Judía de Aruba

Muchos textos en la Torá tienen la característica de tocar profundamente la sensibilidad del lector, independientemente de su edad. La Parashá de Nóaj (Noé) es uno de esos textos.
Lo escuché por primera allá por los cuatro años, y puedo aún recordar a mi abuelo haciendo el gesto de abrir la ventana del Arca para soltar la paloma en busca de tierra seca. También recuerdo haberme sentido muy triste cuando la paloma no regresó.

Hoy son otras ideas las que me pasan por la mente y tienen más que ver con la insensibilidad de la humanidad frente al medio ambiente, que hace ver como posible un nuevo diluvio, aunque diferente al primero pero con las mismas fatales consecuencias.

¿Será ya la hora de empezar a construir un Arca?
¿Habrá alguien que merezca ser el designado para salvar a todas las especies del planeta?
¿Y quién era este Nóaj a quien le tocó construirla la primera vez?

El texto nos dice que “Nóaj fue un hombre justo en su generación”. Todos los intérpretes han coincidido siempre en que el significado de esta frase es que Nóaj fue un hombre justo sólo por comparación con el medio que lo rodeaba, y que de haber vivido en otra generación, por ejemplo en la de Abraham, nunca hubiera merecido esa calificación.

Pero su nombre fue usado para designar los siete preceptos fundamentales que hacen que cualquier hombre, en cualquier generación, pueda ser considerado como un justo: “Los siete preceptos de los hijos de Nóaj”.

Sin embargo, los mismos exegetas que se esmeraron en destacar los datos positivos de su conducta no hicieron lo propio a la hora de investigar sus falencias.
A veces, lo importante no es tanto lo que se dice como lo que no se dice y, en ese sentido, encuentro unos vacíos importantes en la lectura de esta semana. La descripción nos muestra a un Nóaj que “caminaba con Dios” y que fue sumamente obediente.
Le fue ordenado construir el Arca y lo hizo, convocar a los animales y lo aceptó, embarcar a su familia inmediata y alistarse para el Diluvio con comida y todo lo necesario, “y lo hizo así Nóaj conforme a lo que Dios le mandó”.

Pero, ¿y la solidaridad?
Sabiendo Nóaj lo que se avecinaba, ¿no sintió la necesidad de tratar aunque sea de salvar a algún vecino? Sabemos que la humanidad era malvada, pero ¿no tenía ningún amigo?
Comparemos su actitud con la de Abraham cuando Dios le informa sobre la inminente destrucción de Sodoma y Gomorra: “¿Destruirás al justo con el impío? Tal vez haya cincuenta justos dentro de la ciudad…o cuarenta y cinco,… o cuarenta…, o treinta…, o veinte… o aún diez…”
Abraham le concede a las ciudades malvadas el beneficio de la duda, y eso le lleva a discutir y regatear con Dios. Finalmente el esfuerzo resulta inútil, pero Abraham, con sus muchos defectos, será siempre considerado como el hombre justo por excelencia en cualquier generación.

Es posible que cualquier esfuerzo de Nóaj en ese sentido hubiera resultado igualmente infructuoso, pero igual hubiera valido la pena. Tal vez, solo la solidaridad o la falta de ella, lo separaron de ser considerado como un modelo universal.
Volvamos ahora por un momento a nuestro mundo. Los signos son ominosos: calentamiento global, cambios climáticos, especies en peligro de extinción o francamente extintas, sobrepoblación, escasez de alimentos, cataclismos económicos en los últimos días.

¿Será ya la hora de empezar a construir un Arca?
Claramente no.
En esta ocasión, si hemos de salvarnos solo será posible precisamente con aquello que le faltó a Nóaj: solidaridad.
El mundo entero es en este momento un Arca viajando en el espacio, a la que solo la responsabilidad mutua ejercida en forma conveniente le ahorrará sufrimientos, diluvios y hecatombes.
Nuestra misión radica en crear y compartir las actitudes solidarias y asociadas que impidan que las previsiones de los profetas del Apocalipsis se tornen realidad.
Génesis 9:13: ”Mi arco (iris) he puesto sobre las nubes, el cual será por señal del pacto entre Mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra se dejará ver entonces Mi arco entre las nubes. Y Me acordaré del pacto Mío que hay entre Mí y vosotros y todo ser viviente…y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne”
Dios sin duda recordará su parte, y nosotros cumplamos con la nuestra.

Shabat shalom,
Rabino Mario G. Gurevich

No hay comentarios:

Publicar un comentario