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PERLITA DE LA PARASHÁ HAAZINU

Por el Rabino Pablo Berman, Comunidad Israelita de El Salvador
Cuando un líder dice: "hasta siempre"
Tal vez sean ciertas las palabras del cantautor Alberto Cortez, cuando nos dice: "Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo". Moshé es el líder del Pueblo de Israel, pero por sobre todas las cosas, era un amigo. Era la persona que más cerca estuvo en su contacto con la Divinidad, pero al bajar del monte Sinaí, Moshé era un ser humano, un amigo. Como buen líder supo negociar con Di-s muchas cosas, menos el momento de decir adiós, de separarse de su pueblo, de su gente, y ver la tierra solo desde lejos. Ki mi negued tirhe et haaretz, ve llama lo tavo, "De modo que de lejos verás la tierra, pero no entrarás allí, a la tierra que Yo doy a los hijos de Israel." Moshé no pudo atravesar ese portal, tal vez, quién sabe, porque los líderes no siempre llegan a la tierra prometida. Intentó negociar con Di-s, pero allí la decisión estaba tomada.
En Parashat Vaetjanán, al comienzo del libro de Devarim, Moshé le ruega a Di-s, "Déjame cruzar, por favor, y veré la buena tierra". Y la respuesta de Di-s fue tajante, rab laj, "basta para ti, no me hables más del tema". Así como un padre reprende a su hijo cuando ya ha molestado lo suficiente. Hasta la muerte de Moshé se transforma en una orden: Humut baar asher ata ole shama, "y muere en el monte al cual tú subes".
Moshé recita entonces Shirat Ha azinu, el poema despedida, antes de llevar adelante el traspaso del liderazgo a la persona que seria la responsable de continuar con la dura tarea de guiar al pueblo a Eretz Canaán. Ioshua está listo, como nos relata Rashi, exegeta medieval. Moshé y Ioshua recorren cada una de las tribus, visitan a cada familia. Moshé los exhorta a no abandonar la Torá, a estudiarla, a profundizarla. Rashi nos dice que era un shabat por la tarde, que era un shabat especial: el shabat de la transmisión de poderes, de sabiduría, de liderazgo, de Moshé a Ioshua; y que era una señal: que fuesen los dos delante del pueblo, e incluso que Moshé le diera el lugar que precisaba, para que aun en vida de Moshé, Ioshua demostrara su sabiduría y sus dones de líder.
Moshé conocía a su pueblo, y pensaba que podrían decirle a Ioshua: "en vida de tu maestro no pudiste levantar cabeza" ¿Cuántos líderes hacen así? ¿Cuántos líderes preparan el terreno para los que vendrán, con la misma humildad que demostraron en su desempeño como líderes? Finalmente Di-s habla con Moshé. El texto nos cuenta que habló be etzem haiom hazé, "en aquel mismo día". Solo tres veces en el texto de la Torá nos encontramos con las palabras Be Etzem ha iom hazé, "en aquel mismo día". Durante la historia de Nóaj, Di-s hizo que Nóaj y su familia, a plena luz del día, entraran al arca: Be etzem haiom hazé ba Nóaj, "En aquel mismo día vino Nóaj y toda su familia al arca", porque los hijos de su generación decían: "si lo vemos venir no lo dejaremos entrar al arca, es mas, destruiremos su arca". Entonces dijo Di-s: "los hago entrar a plena luz del día, y el que se anime a protestar, que venga y lo haga". Lo mismo observamos en el momento de la partida del pueblo de Egipto. Vaiei Veetzem haiom hazé, "En ese mismo día, saco Di´s a los hijos de Israel de Egipto", porque los egipcios decían: "si los vemos, no los dejaremos salir, y no solo eso, sino que tomaremos espadas y los mataremos". Entonces dijo Di-s: "los sacaré en pleno día, y el que tenga coraje para venir a protestar que venga y proteste".
También aquí, en nuestra porción de Torá, en el momento de la muerte de Moshé, está escrito Be etzem haiom hazé. Porque el pueblo decía: "si lo vemos no lo dejaremos ir, un hombre como Moshé, que nos sacó de Egipto, y nos partió el mar, y nos hizo descender el maná, y nos trajo codornices y nos dio agua, y nos dio la Torá, un hombre así, no lo dejaremos partir". Dijo Di-s: "lo recogeré a plena luz del día y el que tenga coraje suficiente que venga y proteste".
Nadie del pueblo pudo hacer nada para evitar ese momento de la despedida de Moshé. Era una decisión tomada, y ninguna queja haría que las cosas fueran diferentes. Moshé observa entonces la tierra de Israel. Di-s le dice: "sé que amas la tierra, por eso sube y mira". En esa última mirada, Moshé tal vez pensaba lo que escribe el cantautor israelí Ariel Horovitz:

Estoy parado en la montaña,
y no puedo creerlo,
es todo tan extraño,
cómo explicarles.
Estoy parado en la montaña,
y no tengo palabras,
para contarles lo que veo.
Sigan ustedes, sigan ustedes.
Es exactamente lo mejor para ustedes.
Continúen ustedes.
Moshé, como verdadero líder del pueblo de Israel, tenia muy claro en su mente qué era urgente, qué era importante y qué era relegable. Era urgente el paso del liderazgo de forma sabia, con amor, con humildad. Era importante que el pueblo no quedara solo, como un rebaño sin pastor, y que el pueblo llegara a la tierra prometida. Y Moshé comprendió con tristeza, finalmente, que su deseo de entrar a la tierra, de ser parte del milagro y de la promesa, era lo relegable, y que a veces a los líderes les toca ver la tierra prometida solo desde las alturas. Moshé comprendió esto, y partió feliz, viendo que había continuidad, que había futuro; viendo a su pueblo ante las puertas de la tierra prometida.
Shabat shalom...

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