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PARASHÁT NITZAVIM - VAIELEJ

La opción de ser inteligentes

¿Qué es ser inteligente? ¿Ser bueno en matemática, ser rápido en la resolución de problemas? ¿Tener un alto coeficiente intelectual? ¿Hicieron alguna vez uno de estos tests llenos de dibujos, en los que hay que indicar qué figura geométrica corresponde colocar en el espacio vacío? ¿Es inteligente quien memoriza todo y al día siguiente se olvidó de todo?


Hay muchísimos estudios al respecto: los que están en contra de los tests de coeficiente intelectual; los que nos explican acerca de las inteligencias múltiples, que todos tenemos una inteligencia distinta para distintas cosas… ¿acaso no es inteligente el que sabe tocar maravillosamente el violín o el piano, o el que pinta una obra de arte, o el cantante lírico?

Cada ser humano, escribe Howard Gardner, está equipado con estos potenciales intelectuales que puede movilizar y conectar en función de sus propias inclinaciones y de las preferencias de su cultura. No hay dos personas que tengan exactamente las mismas y en las mismas combinaciones. Según Robert Sternberg, profesor de Psicología y Educación de la Universidad de Yale, existen tres facetas de lo que normalmente llamaríamos inteligencia: la analítica, la creativa y la práctica, y las tres funcionan juntas.


Inteligencia es la habilidad para tener éxito en la vida, de la manera que uno lo defina dado su contexto cultural. Las personas inteligentes son las que se dan cuenta de sus virtudes y debilidades, y saben explotar al máximo las primeras mientras manejan las segundas.

Interesante. Es inteligente el que tiene éxito en la vida. Y el que no tiene éxito en la vida, por lo tanto, no es inteligente. No me convence esta definición. Hay muchas personas que son inteligentes y no tienen éxito en la vida. Por otro lado, debiéramos definir qué es tener éxito en la vida. También hay muchos no tan inteligentes que tuvieron suerte; eso se llama estar en el lugar indicado en el momento preciso. ¿Quién es más inteligente, aquel que con su inteligencia razonadora construye bombas nucleares o aquel que, utilizando su inteligencia emocional, busca la solidaridad entre los humanos, un mundo en definitiva sin conflictos?


Atem Nitzavim haiom kuljem lifnei Adona-ai Helokeijem. Todos ustedes están hoy parados delante de Di’s, dice Moshe a Israel, continuando con su tercer discurso, previo a su despedida del pueblo (Deut. 29:9). Todos están acá, desde el que corta árboles, hasta el que saca el agua del pozo, todos, están para reafirmar el pacto, la alianza de Adon-ai con el pueblo de Israel. Ahora bien, la porción de la Torá de este Shabat es continuación del final de la semana pasada, donde la introducción a este re-pacto del pueblo con Di’s comienza.

Y dice el texto en el versículo inmediatamente anterior: ushmartem et dibrei habrit hazot, “y cuidarán los dichos de este pacto”, vaasitem otam, “y lo harán, lo cumplirán”, le maan taskilu et kol asher taasun. Y acá las palabras que me gustan: le maan taskilu. Algunas traducciones dicen “para que tengan éxito en cada cosa que hagan”, “para que triunfen en cada obra que emprendan”. Así traducen y así interpretan los exegetas bíblicos. Pero a mí no me convence. Prefiero quedarme con la raíz de la palabra taskilu, que viene de séjel, que significa “inteligencia”. No quiero traducir este pasuk como “cuiden estas palabras de la Torá, para tener éxito en cada cosa que hagan”, porque no quiero relacionar éxito con inteligencia.


Aquí el texto me dice otra cosa. Me dice: lleva adelante estas palabras y la sabiduría de la ley que te estoy enseñando y entregando, para que tú de esta manera puedas hallar la inteligencia; “cuida de estas palabras para que en cada cosa que hagas uses la cabeza”, que tengas séjel, que uses el cerebro para hacer el bien, para estudiar, para ser solidario; en cada acción que hagas, usa la cabeza. No solo para peinarte, como dice Joan Manuel Serrat,


A salvo en el jardín de la pereza,

sólo para el peine usas la cabeza.

Por eso Rosh Hashaná es cabeza del año. ¿Por qué llamar así a esta festividad, que insiste en encontrarnos una vez al año? ¿Por qué no llamarla Año nuevo? Porque no solo es un año nuevo, es mucho más que eso. Es la cabeza del año, y la cabeza es la que piensa, la que organiza, la que decide, la que define, la que da las ordenes al resto del cuerpo. Sin cabeza no hay nada. Si no pensamos, las cosas salen mal, las cosas no salen. Organizando bien el año desde la cabeza y desde el principio, las posibilidades para que este año sea bueno, son mucho mayores. Por eso no decimos “feliz año nuevo”; ¿qué es la felicidad, quién pone el parámetro? ¿Es tener dinero, es estar sanos, es vivir para ver hijos y nietos? Por eso solo pedimos un año bueno y dulce; con eso tenemos bastante, porque la felicidad es demasiado pasajera.


Aprovechemos la genial oportunidad que nos regala la tradición judía, la de pensar cada cosa que hacemos de manera de poder ser mejores personas cada día. El texto de la Torá nos muestra la manera: cuiden de la Torá, de estas palabras y de este pacto, le maan taskilu, para que sean inteligentes, para que sepan usar la cabeza y entonces triunfen en cada cosa que hagan.

Que podamos triunfar como comunidad y como unión de comunidades, como un grupo de seres humanos que deciden vivir una vida judía compartiendo con sus tradiciones, porque el judaísmo no se vive solo; se vive comprometidos con el prójimo, con el pueblo de Israel, y con la vida.


Shabat Shalom,
Por el Rabino Pablo Berman,

Comunidad Israelita de Paraná, Curitiba, Brasil

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